
Llega un momento que inconcientemente nos pasamos la vida a la defensiva, protegiéndonos de todo y de todos. Inventándonos un escudo defensor que únicamente nos marca distancia con el resto y nos termina lastimando a nosotros mismos. Por primera y no última vez no marques distancia y sacate ese escudo que no es mas que un enlace natural hacia tu corazón y tu mente. Tu mente que no piensa y actúa, y lastima y se olvida de lo que le pide tu corazón Tu corazón que calla, por vergüenza, por miedo al rechazo y tu cuerpo que actúa cumpliendo ordenes que manda tu cabeza intranquila y desconfiada. Una autodestrucción permanente y continua, y cada vez mas espinosa ¿ Te sentís mas seguro de vos mismo estando en constante amenaza con el mundo? Los movimientos del resto son estímulos que te queman como fuego, enseguida reaccionas de la peor y más irritante manera. Hasta que te tomas el papel de un guerrero y no dejas de desconfiar creyéndote mas fuerte, valiente, inteligente, y siempre queres o crees tener la razón cuando simplemente sos una muestra berreta a la susceptibilidad. Porque pasas a ser una persona susceptible, irritable e irritante (obviamente, no solamente sufrís vos). Y así pasas los días angustiado, resignado, tolerando cosas que son más ficticias que reales, porque no sos el tiro al blanco y nadie te esta apuntando; simplemente sos uno más, no hay guerreros ni batallas, y hay que aprender a vivir (o sobrevivir?) sin sentir que todos los ojos apuntan a nosotros, confiando…Aunque a veces tomemos tanta confianza y nos devuelvan todo de una manera oscura y mentirosa, que nos destruye aún más. (A esto sumale los sentimientos que aparecen y desaparecen con la costumbre de estar sospechando continuamente de otro).